Es en la tumba de Ankmahor (oficial de mayor graduación después del emperador), donde se puede observar una pintura en la pared, en la que se realizan masajes de pies y manos.
La traducción dice: "no me hagas sufrir"
El practicante responde: "agradecerás mis acciones"
un poco de historia
Debemos también mencionar, sin pasar de largo, la gran importancia que en época de Jesús, se les daba a los pies.
Recordemos que cuando algún familiar, o alguien muy querido o apreciado llegaba a la casa, solían recibirlo lavándole los pies y después se los ungían con aceites esenciales.
También en Oriente, (China, Malasia, India) hace varios milenios se practicaban, de forma rudimentaria, presiones sobre algunos puntos para aliviar ciertos trastornos.
Las tribus indias de América central y América del Norte, trataban a los enfermos a través de los pies y las manos.
Pero fue el Dr. William Fitzgerald (1872-1924) médico laringólogo, quien pro primera vez realizara una investigación sobre la actividad terapéutica en los pies.
En el año 1902 toma contacto con la terapia zonal. En un principio trabajaba más con las manos que con los pies, aplicando presión en varias zonas de los dedos para aliviar el dolor.
Mediante la observación en sus pacientes mientras les intervenía quirúrgicamente, llegó a la conclusión de que, aquellos que presionaban con fuerza las yemas de los dedos de la mano contra los cantos situados debajo de los reposabrazos de los sillones operatorios, soportaban mejor el dolor.
Esto lo llevó a la conclusión de que, ejerciendo presión sobre los dedos de la mano, mejoraban o incluso desaparecían ciertos estados dolorosos.
Al término de sus estudios, llegó a la conclusión de que podía dividirse el cuerpo en diez zonas verticales y tres horizontales, las cuales englobaban la totalidad del ser humano. Y que, partiendo de cada uno de los dedos del pie y de las manos, iban a terminar en la bóveda del cráneo, abarcando a su paso, órganos, vísceras, huesos... a toda estructura que se hallase en esa zona refleja.
En 1930, Eunice Inghma, fisioterapeuta del Dr. Joseph Shelby Riley (estudioso y gran defensor de la teoría), utilizó zonas de terapia refleja en el tratamiento de sus pacientes, llegando a la conclusión de que el Dr. Fitzgerald estaba en lo cierto.
Fue ella la que confeccionó los mapas de todo el cuerpo que hoy conocemos.